jueves, 6 de diciembre de 2007

No todo lo que Brilla es Oro

Cuando el anciano entró a la sala de espera, todos los pacientes manifestaron inquietud. Se miraron a los ojos para buscar una explicación. Si no hubiese sido por la iluminación y decoración impecable, todos los presentes hubiesen creído que estaban ante una pantalla de cine observando una película de ciencia ficción, en la cual el actor principal había salido a escena.

_ Buenas tardes- dijo el hombre con voz cansada- ¿la doctora ya llegó?.
_ Sí – respondió la secretaria – sientese por favor.

Aunque aquella mujer estaba entrenada para ver con disimulo lesiones de piel, también había sido víctima de lo inesperado.

Mientras esperaban los pacientes, entraban y salían del consultorio, unos para cambiar de ambiente y otros para hacer comentarios del hombre en cuestión.

Era impactante ver el rostro del sexagenario proveniente de la península de Araya, estado Sucre, quien había perdido los tejidos que recubren la nariz y una de sus orejas. Su apariencia era la de un personaje de película de misterio.

La secretaria hizo pasar al paciente al consultorio, lo más pronto posible, para no seguir causando murmullos en la sala de espera.

Al otro lado de la puerta lo recibía la especialista en piel, Dra. Myriam Raquel González Oviedo, pediatra, dermatóloga pediatra e investigadora del daño solar en diferentes lugares del país, incluyendo población negroide.

La doctora González inmediatamente pensó que estaba ante un caso avanzado de cáncer de piel, en el cual gran parte del rostro estaba comprometido. Sin perder tiempo comenzó el interrogatorio médico-paciente para corroborar las causas de la enfermedad.

_ ¿ Dónde vive?
_ En Araya
_ ¿ A qué se dedica?
_ Fui durante treinta años pescador, ahora me dedico a la buhonería.
_¿Ha usado protector solar?
_ ¿Qué es eso? –preguntó extrañado.

En este momento la doctora comenzó la explicación de porqué debemos protegernos del sol.

_ Señor, el sol emite radiaciones ultravioletas A y B desde las cinco de la mañana hasta las 7 de la noche. Incluyendo los días nublados. Si está en el agua los rayos solares pueden penetrar hasta 80 metros de profundidad. Por tal motivo, a partir de los seis meses de edad los niños y niñas deben usar protector solar, 30 minutos antes de exponerse al sol y reaplicarlos cada 80 minutos, aunque sean a prueba de agua- explicó minuciosamente.

El sol está en todas partes, no sólo en la playa. Así mismo algunas lámparas de luz eléctrica, pantallas de televisores, computadoras y salones para bronceado emiten radiación ultravioleta. La arena, el agua, el asfalto y la nieve son capaces de reflejar la radiación hasta 80 %. Los rayos ultravioletas no sólo afectan la piel sino que producen daño ocular (conjuntivitis, cataratas) y hasta pueden alterar el sistema inmunológico.

Para el anciano ya no importaban mucho las explicaciones, sólo quería saber si su mal tenía remedio.

Desafortunadamente era demasiado tarde. Su cuerpo serviría de ejemplo para demostrar que el sol es vida pero también nos la puede quitar.


Laura Casteluche

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